miércoles, 11 de febrero de 2009

LA BIBLIOTECA NO ES MAL NECESARIO

DIARIO DE C.A.
LA REVISTA
30/01/09
Nora Martínez

● En esta entrevista
Francisco Ralón Afre
Bibliotecológo
conversa acercade la penosa situación económica de la Biblioteca Nacional, de los retos y la
proyección social de la entidad.La institución a su cargo tiene funciones de Biblioteca Nacional y de biblioteca pública a la vez

¿podría aclararnos esta doble función?
En la mayoría de países la Biblioteca Nacional tiene bien definidas sus funciones, la de guardar y preservar para futuras generaciones toda producción intelectual impresa. Pero en
Guatemala, desde que se fundó en 1879, la intención fue más bien de crear una biblioteca pública. En esos tiempos los que sabían leer y escribir eran pocos: académicos, clérigos, empleados del Estado. Si se esperaba que llegara todo tipo de personas, eso no llegó a suceder.
Luego se trasladó a un local donde se suponía que el público iba a tener mejor acceso. La función pública se da porque en el país no hay ni ha habido suficientes bibliotecas públicas.
¿La institución maneja una red de
bibliotecas públicas?

Hubo una red de bibliotecas que manejó la Biblioteca Nacional hasta 1994

–64 bibliotecas por toda la República—.Digo “red de de la Biblioteca” porque se lanzaron con fondos de la Biblioteca Nacional, con personal controlado y entrenado desde aquí, pero este programa lo cancelaron con el pretexto de que había corrupción. Los libros que había se quedaron en donde estaban, no se recogieron y desde entonces no hay una red que administre. En los últimos cinco años, con la Cooperación del Reino de Suecia, hubo un programa en
el que se alentó el desarrollo de bibliotecas en el interior del país otra vez. Se creó un grupo de 21 bibliotecas, se les dio mobiliario, equipo, entrenamiento, libros, juegos, etcétera, se les desarrolló para que funcionaran como bibliotecas comunitarias, sin embargo, acabó
como programa el año pasado.
¿Cómo encontró usted la Biblioteca?
En septiembre 2007 accedí al cargo. En cuanto a cómo encontré la Biblioteca, la palabra justa es “triste”. Lo que ha pasado es que una gran cantidad de directores que ha habido no eran
bibliotecólogos, eso ha afectado, en parte, el desarrollo de la institución y de los procesos. La Biblioteca ha recibido muy poca atención, estamos con un presupuesto casi de sobrevivencia, el personal no es idóneo: hay un director y un montón de operativos, son técnicos
pero no hay mandos medios.
¿Qué presupuesto tiene y cómo se
maneja?
Es un presupuesto de la Subdirección del Patrimonio que se divide entre el
Archivo, la Biblioteca y la Hemeroteca. El año pasado fue alrededor de 1 millón
300mil quetzales, del cual un 80 por ciento o más se va en salarios y en asuntos
de administración interna. No hay dinero para comprar libros…si le digo
cuanto hay, se va a reír…el año pasado había 1300 quetzales ¿para cuánto va
a alcanzar si un diccionario de Océano cuesta 1500?
Eso es parte también de
una historia, de la importancia que los gobiernos le han dado a estas instituciones,
no estoy hablando solo de la Biblioteca, también del Archivo de Centro América y la Hemeroteca. Mientras que las bibliotecas en la mayoría de países han crecido, son instituciones muy representativas y significativas, en Guatemala, la Biblioteca Nacional con el tiempo ha venido a menos. Podemos achacarlo, en parte, a que no tenemos una tradición de lectura ni de investigación. La mayoría de profesionales utilizan la Biblioteca sólo cuando tienen que hacer la tesis, se gradúan y no vuelven, Guatemala no es un país en donde a la gente le guste leer.
¿Hay alguna otra fuente de la cual la
Biblioteca obtiene libros?
Como no tenemos apoyo económico fáctico, la Biblioteca tiene que depender de donaciones. Todas las donaciones son bienvenidas, libros nuevos o libros usados. Queremos alentar las donaciones. Estaba enterándome que las donaciones que se hacen a la Biblioteca
Nacional pueden ser descontadas del Impuesto Sobre la Renta. Tal vez eso motive a las librerías y a las editoriales a que donen libros en serio, no son solo para la Biblioteca Nacional. Tenemos una oficina a la que le llamamos “caja y donación” que es donde recibimos
lo que entra y el excedente. Tengo un folder de solicitudes de bibliotecas de otras partes de la República que siempre piden ayuda.
¿Cuánto necesita una institución
como ésta para funcionar bien?
En una biblioteca donde trabajé anteriormente en el país, se tenía al año 50 mil dólares y era diez veces menor a ésta. En realidad, dinero no se necesitaría si se cumpliera la Ley del depósito legal: esos libros deberían entrar gratis a la biblioteca, es ridículo que se tenga
que pagar por los libros que legalmente deberían llegar gratis.
En cuanto a la Ley de depósito legal
¿cómo funciona en Guatemala?
No ha funcionado. El depósito legal en todos los países se obliga a las universidades,
las editoriales, los institutos de investigación y todo el que produce material bibliográfico intelectual, a entregar cierta cantidad de copias a la Biblioteca Nacional para constituir la
Bibliografía Nacional –esa es la memoria histórica del pensamiento, y no solo
libros, sino documentos, mapas, lo que sea—. No tenemos una ley específica de depósito legal. Aquí, ese depósito está en dos artículos de la Ley de libre emisión del pensamiento, específicamente artículos 6 y 7. Mencionan que “los propietarios de establecimientos
tipográficos y litográficos y sus representantes legales tienen la obligación de remitir un ejemplar de cada una de las obras no periódicas que editen a las dependencias siguientes…”, lista siete instituciones y dice que “debe hacerse dentro de los ocho días siguientes a la respectiva publicación”. El artículo siete establece que la multa será de cinco a diez quetzales. A cualquiera le daría risa la multa, tampoco se ha visto que la biblioteca ejecute. En la
mayoría de países hay una oficina de depósito legal bibliográfico, también tienen la oficina del ISSN –que es el número internacional normalizado de libros—. Guatemala es muy peculiar,
porque estas dos oficinas prácticamente están privatizadas: el depósito legal se daba en la Asociación Guatemalteca de Autores y Compositores (AGAYC) y la oficina del ISSN, la tiene la gremial de libreros. La Biblioteca, en el aspecto de salvaguardar la producción bibliográfica,
está en desventaja porque aquí no recibimos todo lo que se está produciendo en Guatemala.
¿Cómo podría hacerse cumplir?
¿Existen otras propuestas?
Hice una propuesta al Congreso. En la comisión de Cultura, me nombraron un asesor, trabajamos con él una propuesta de modificación en la Ley de libre emisión del pensamiento. Fue bien recibida, trabajamos rápido y llegamos a un consenso, había aspectos que, él me decía, no se podían hacer—yo le proponía que al que no cumpliera la ley se le cobrara de 50 mil a 70 mil quetzales, que es lo que cuesta hacer una edición de libros en Guatemala—mi sugerencia no pasó. Entonces pasó una primera lectura, fue aceptada, pero en la prensa, para mi sorpresa, hubo una reacción negativa, la usaron para atacar al ponente. Se dijo que esto era una amenaza a la emisión del pensamiento ¿Cómo va a ser amenaza a la emisión del pensamiento que la Biblioteca Nacional reciba un ejemplar de todo lo que en el país se escribe?
En cuanto a la preservación del material
¿qué tecnología se ha incorporado?
Se instaló, con el apoyo del Reino de Suecia, un sistema de detección de robos en la entrada, es un avance para proteger el material: la mayoría de libros ya tienen el identificador, otros faltan, el 90 por ciento ya está protegido. Por otro lado, la Biblioteca tiene una gran presión
en cuanto a preservación y conservación propiamente. Había una unidad de microfilmación que nunca se puso a funcionar, el equipo se volvió obsoleto, cuando vine supe que ya no había más repuestos ni manera de ponerla a trabajar. La idea era microfilmar. Ahora está de moda digitalizar. La Biblioteca tiene el “Fondo Antiguo”, situado en el cuarto nivel, comprende todos los libros antiguos con que se fundó la Biblioteca. Son libros desde antes de 1503 hasta la primera mitad del siglo veinte. O sea, hay 500 años de libros—eso es algo que ningun biblioteca de Centro América tiene, sólo México tiene este tipo de fondos—. Esos libros antiguos, se
llaman incunables, son los primeros que hubo cuando se inventó la imprenta: fueron hechos en Europa. Recordemos que la Biblioteca se fundó con los que los gobiernos liberales expropiaron a la Iglesia católica y a los conventos. En su mayoría son de teología, de filosofía y están en latín, en hebreo, en griego —obras muy valiosas, que no se le puede poner en la mano a
cualquiera—. La presión por conservar esos libros es porque no hay sentido en
guardarlos si nadie los puede usar. Para que el público tenga acceso a ellos hoy,
es a través de la tecnología moderna— sea por microfilmación o digitalización—
deberíamos estar digitalizando ese material para que se pudiera consultar en línea, pero para eso se necesitan fondos. Mi intención es hacer proyectos y pedir a la cooperación internacional
En cuanto a la Ley de depósito legal
¿cómo funciona en Guatemala?
No ha funcionado. El depósito legal en
todos los países se obliga a las universidades,
las editoriales, los institutos
de investigación y todo el que produce
material bibliográfico intelectual, a
entregar cierta cantidad de copias a la
Biblioteca Nacional para constituir la
Bibliografía Nacional –esa es la memoria
histórica del pensamiento, y no solo
libros, sino documentos, mapas, lo que
sea—. No tenemos una ley específica
de depósito legal. Aquí, ese depósito
está en dos artículos de la Ley de libre
emisión del pensamiento, específicamente
artículos 6 y 7. Mencionan que
“los propietarios de establecimientos
tipográficos y litográficos y sus representantes
legales tienen la obligación
de remitir un ejemplar de cada una de
las obras no periódicas que editen a las
dependencias siguientes…”, lista siete
instituciones y dice que “debe hacerse
dentro de los ocho días siguientes a
la respectiva publicación”. El artículo
siete establece que la multa será de
cinco a diez quetzales. A cualquiera
le daría risa la multa, tampoco se ha
visto que la biblioteca ejecute. En la
mayoría de países hay una oficina de
depósito legal bibliográfico, también
tienen la oficina del ISSN –que es el
número internacional normalizado de
libros—. Guatemala es muy peculiar,
porque estas dos oficinas prácticamente
están privatizadas: el depósito legal
se daba en la Asociación Guatemalteca
de Autores y Compositores (AGAYC) y
la oficina del ISSN, la tiene la gremial
de libreros. La Biblioteca, en el aspecto
de salvaguardar la producción bibliográfica,
está en desventaja porque aquí
no recibimos todo lo que se está produciendo
en Guatemala.
¿Cómo podría hacerse cumplir?
¿Existen otras propuestas?
Hice una propuesta al Congreso. En la
comisión de Cultura, me nombraron un
asesor, trabajamos con él una propuesta
de modificación en la Ley de libre emisión
del pensamiento. Fue bien recibida,
trabajamos rápido y llegamos a un consenso,
había aspectos que, él me decía,
no se podían hacer—yo le proponía que
al que no cumpliera la ley se le cobrara
de 50 mil a 70 mil quetzales, que es lo
Mientras tanto, solamente investigadores
serios tienen acceso.
¿Qué proyectos tiene la para la Biblioteca?
La biblioteca es un reto. Los procesos
bibliotecológicos no están establecidos,
hay que trabajar internamente creando
procesos de trabajo. Por otro lado, necesitamos
que la institución se proyecte
más a la comunidad: hay muchos servicios
que se utilizan alrededor del mundo
que podríamos hacer si tuviéramos con
qué. Tenemos una sección de capacitación
para invidentes en computadoras—
es un servicio que se hizo con fondos de
la red social con el apoyo de la comunidad
europea—con software especial para invidentes:
eso es un ejemplo de la proyección
social de la Biblioteca. Desde el año pasado,
también se tiene un programa para la
capacitación de sordos en el uso de computadoras.
Un servicio que no se piensa
que las bibliotecas puedan hacer, como
en otros lugares, es la capacitación por
computadoras. En Medellín, con ayuda
de la comunidad, las bibliotecas abren 365
días al año, más de 12 horas al día, están
situadas en barrios y se han puesto como
parte de un plan de desarrollo social. El
aporte que se puede hacer no solo es cuestión
de académicos.
¿Se podría incorporar
a Cohesión Social?
Perfectamente, coincide
con el concepto.
Me gustaría un programa
de “bibliotecas
para la paz”, con eso se
conseguiría ayuda de
expertos para enseñar
a los bibliotecarios y
maestros a coordinar
actividades. Los niños
estarían a salvo de las
drogas y las maras. Lo
que hay que tener en
cuenta es un convencimiento
de para qué
sirve. La biblioteca no
es un mal necesario,
como creo que la han
venido considerando,
sino que da un aporte
a la comunidad.
¿Cómo ha reaccionado
el Ministerio
de Cultura ante las necesidades de la
Biblioteca?
No ha habido suficiente inversión, pero es
porque los directores anteriores no lo han
planteado. No le echo la culpa al Ministerio
y creo que el problema ha sido interno.
Como bibliotecólogo sé lo que se necesita,
mi lucha es ver como consigo los recursos.
Una muestra de buena voluntad que está
dando el Ministerio de Cultura es que el
año pasado se ha creado la Subdirección de
Patrimonio Bibliográfico y Documental,
que tengo a mi cargo, es un avance para
ayudar a que estos acervos aporten más a
la comunidad.

1 comentario:

Cabeza dijo...

muy buena pagina
pasen por la mia para pasar un buen momento con humor
elcuartodetuhermana.blogspot.com
saludos

 
Elegant de BlogMundi