Editorial I
Noticias de
Sábado 2 de agosto de 2008 Publicado en diario de hoy
Desde estas columnas, se ha insistido siempre en los incalculables beneficios que trae la lectura, particularmente la lectura de libros. Por ello, no deja de ser una noticia para celebrar que la Secretaría de Cultura de la Nación haya hecho realidad su promesa de implementar, en 800 localidades de todo el país, el Programa Libros y Casas, que entrega una biblioteca, con 18 volúmenes que abarcan distintos temas, para cada una de las viviendas edificadas dentro del Programa Federal de Construcción de Viviendas, que depende del Ministerio de Planificación Federal. Una vez completado, el programa habrá conformado 80.000 bibliotecas familiares, con un total de beneficiarios estimados en medio millón de personas.
El objetivo de la secretaría es "democratizar el acceso a los libros y fomentar la lectura entre los sectores económicamente más desfavorecidos". Y en el prólogo que lleva cada libro, firmado por el secretario de Cultura, José Nun, éste escribe que "los buenos libros cumplen funciones tan valiosas como indispensables: son, a la vez, nuestros amigos, nuestros consejeros y nuestros maestros".
La selección comprende cinco categorías de títulos: manuales (de primeros auxilios legales, guías alimentarias para la población infantil, etcétera); libros de corte histórico e institucional (por ejemplo, la Constitución nacional); diccionarios (una enciclopedia de bolsillo y un diccionario básico escolar); literatura para adultos (antologías de cuentos, poemas y letras de canciones), y literatura para chicos (relatos clásicos y actuales, novelas, cuentos y poesías).
Por supuesto, es muy probable que todo argentino habituado a leer tenga hecha su propia selección de los textos básicos que deberían integrar bibliotecas en formación, como son éstas. Y también es muy probable que haya tantas selecciones posibles como argentinos lectores hay en el país. De todas maneras, ¿quién podría no estar de acuerdo con la inclusión del texto de la Constitución nacional (tan conculcada últimamente en la Argentina), cuyo Preámbulo hubo una época en que los argentinos aprendíamos a recitar de memoria?
Lo mismo puede decirse de los diccionarios (quizá no hubiera estado mal agregar también una gramática de la lengua española), de los manuales sobre primeros auxilios -tanto el redactado con el asesoramiento de la Cruz Roja como el de primeros auxilios legales, elaborado en colaboración con el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec)- y, por supuesto, de las antologías para chicos y adultos, que, con sus más y sus menos, son representativas de la literatura argentina y de la literatura universal. Una mención especial merece el libro, particularmente bello e ingenioso, de las distintas versiones de El príncipe feliz de Oscar Wilde, cuyo subtítulo es "Contado e ilustrado por hombres y mujeres de la cultura", y fue editado recientemente por el Grupo Juanito para la Fundación del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan.
Por todo eso, llama la atención la elección por lo menos discutible de la versión adaptada del libro Nunca más , titulada aquí El Nunca Más y los crímenes de la dictadura . El texto sigue los lineamientos principales del original, excepto que se han extraído -cosa comprensible- los numerosos testimonios, planos, fotos, etcétera, que forman parte también del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), lo cual dio por resultado un libro de 500 páginas, mientras que el de la Secretaría de Cultura que aquí se menciona tiene 144 páginas. Decimos que ésta sería la única elección discutible, dado que incluye el prólogo que en la edición del 30° aniversario del golpe militar, de marzo de 2006, antecede al prólogo original de la primera edición, de 1984, escrito por Ernesto Sabato, presidente de la Comisión. En el momento de la publicación de esa edición aniversario, desde estas columnas editoriales objetamos la inclusión de un prólogo que no sólo no agregaba nada a la excelencia del primero, sino que servía de exaltación del gobierno de turno y poco contribuía a la necesidad que los argentinos tenemos de superar los odios y desencuentros del pasado, y de avanzar hacia una definitiva reconciliación nacional.
Esta observación no significa dejar de destacar este magnífico ejemplo de política de Estado que acaba de dar la Secretaría de Cultura de la Nación. Es de esperar que éste sea sólo el comienzo de una prolongada tarea en esta dirección para que muy pronto no haya ningún hogar en la Argentina que no tenga una biblioteca con libros elegidos por sus dueños, porque todos los argentinos habrán comprendido el valor que tiene poder informarse y formarse en "los temas sobre los cuales deben decidir", como corresponde a ciudadanos que viven en una república democrática.
ARTICULO ENVADIO POR DR. JORGE CARRO L.
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