Ante el boom de Internet,
las bibliotecas dan batalla para no morir
Capacitación, eventos didácticos, talleres literarios y renovación de ejemplares son algunas estrategias a las que apelaron. La escuela también exige un cambio.
Zulema Usach - zusach@losandes.com.ar
Los avances tecnológicos producidos en las últimas décadas no sólo permitieron nuevos modos de establecer vínculos entre las personas, agilizar los sistemas de comunicación o acceder a la información en tiempo récord. Lejos de eso, una vez abierto el gran portal de Internet, también se modificaron costumbres y maneras de aprender que hoy exigen un esfuerzo pedagógico, donde estudiantes y docentes son los protagonistas de un escenario que pide a gritos un equilibrio entre el soporte escrito y el digital. En el medio de este proceso las bibliotecas públicas de Mendoza decidieron apelar al ingenio y aplicar estrategias para que el libro no muera en manos de un ciberespacio que parece no tener límites.A pesar de ir varios pasos atrás en relación a los países más desarrollados, en Argentina el uso de la web ha avanzado de tal modo que hoy es imposible negar su existencia en la vida cotidiana de muchos. Es que incluso su uso, de algún modo se encuentra en una etapa de democratización' que vino acompañada sobre todo, de la proliferación de los cibers. Y nuestra provincia no es ajena a esta tendencia que envuelve en su totalidad a las nuevas generaciones de niños y adolescentes que nacieron en la era del celular, los MP4 y la banda ancha, sólo por mencionar algunos ejemplos.En este contexto, la gran duda es de qué modo subsistirán aquellos lugares tradicionales de lectura para que sus enciclopedias, colecciones únicas de libros de texto y ejemplares literarios no queden obsoletos. A modo de respuesta, algunas bibliotecas públicas, como la General San Martín, comenzaron a remozar su propuesta; apelaron al ingenio y eligieron actualizar su material con el objetivo de volver a atraer a sus lectores más jóvenes. "La clave es renovar el material en forma permanente para dar respuesta a la demanda actual. No se puede seguir pensando en una estructura que no proponga nada nuevo", aseguró su director, Facundo Mercadante.Esta institución, una de las más accesibles al público de todas las edades, cuenta en la actualidad con más de 12 mil socios; de los cuales 351 se inscribieron en lo que va de 2008. De ellos, 20% son adolescentes. Uno de los motivos por los que Mercadante asegura que en el último tiempo se ha logrado recuperar la cantidad de lectores tiene que ver con las actividades organizadas allí en los últimos meses. Y para lograr que no decaiga el promedio de 250 visitas diarias, entre las estrategias aparecen cursos de capacitación al personal, eventos didácticos para padres y chicos, encuentros de escritores y talleres literarios. Se suman visitas guiadas, jornadas de lectura, ciclos culturales articulados con áreas como el cine, la pintura o la música y una biblioteca infantil. Entre la larga lista, la adquisición de material escolar actualizado se suma como una de las claves. Incluso, uno de los desafíos para los próximos meses, consiste en sumar computadoras a la sala de informática. "El contexto es diferente al de antes. No se puede pensar en competir con Internet, sino más bien adecuarse a los cambios que exige la sociedad", agregó Mercadante.En el interior de las escuelas, el alejamiento de los chicos a los libros es confirmado por los docentes, e incluso, por ellos mismos . Precisamente por eso, en algunos establecimientos que cuentan con una sala de lectura y ejemplares disponibles, el desafío es promover el contacto con las páginas en papel. Para Amalia Vergara, directora de la escuela Normal, uno de los objetivos planteados este año consiste en lograr que los chicos se lleven los libros a su casa "para que construyan hábitos de estudio". Es que desde el análisis de Vergara es indispensable que los alumnos sepan utilizar las herramientas informáticas pero "la biblioteca tiene que seguir siendo el corazón de la escuela". Para lograr esta meta, la modalidad aquí consiste en que los profesores exijan a los chicos consultar los libros de texto con los que cuenta la biblioteca. Por supuesto, ello requiere de la actualización de los ejemplares que reposan en añosos anaqueles. Las bibliotecas barriales tampoco han sido indiferentes ante el boom de Internet. En la de Chacras de Coria, por ejemplo, la realidad ha exigido mejorar el stock de ejemplares y coordinar sus acciones con los 6 colegios de la zona. "Estamos haciendo lo posible para que los chicos no se alejen y tratamos de tener lo que les piden en la escuela", comentó su bibliotecaria, Adriana Conte.
ARTICULO ENVIADO POR DR. JORGE CARRO L.
martes, 12 de agosto de 2008
sábado, 2 de agosto de 2008
Una biblioteca en cada casa
Editorial I
Noticias de
Sábado 2 de agosto de 2008 Publicado en diario de hoy
Desde estas columnas, se ha insistido siempre en los incalculables beneficios que trae la lectura, particularmente la lectura de libros. Por ello, no deja de ser una noticia para celebrar que la Secretaría de Cultura de la Nación haya hecho realidad su promesa de implementar, en 800 localidades de todo el país, el Programa Libros y Casas, que entrega una biblioteca, con 18 volúmenes que abarcan distintos temas, para cada una de las viviendas edificadas dentro del Programa Federal de Construcción de Viviendas, que depende del Ministerio de Planificación Federal. Una vez completado, el programa habrá conformado 80.000 bibliotecas familiares, con un total de beneficiarios estimados en medio millón de personas.
El objetivo de la secretaría es "democratizar el acceso a los libros y fomentar la lectura entre los sectores económicamente más desfavorecidos". Y en el prólogo que lleva cada libro, firmado por el secretario de Cultura, José Nun, éste escribe que "los buenos libros cumplen funciones tan valiosas como indispensables: son, a la vez, nuestros amigos, nuestros consejeros y nuestros maestros".
La selección comprende cinco categorías de títulos: manuales (de primeros auxilios legales, guías alimentarias para la población infantil, etcétera); libros de corte histórico e institucional (por ejemplo, la Constitución nacional); diccionarios (una enciclopedia de bolsillo y un diccionario básico escolar); literatura para adultos (antologías de cuentos, poemas y letras de canciones), y literatura para chicos (relatos clásicos y actuales, novelas, cuentos y poesías).
Por supuesto, es muy probable que todo argentino habituado a leer tenga hecha su propia selección de los textos básicos que deberían integrar bibliotecas en formación, como son éstas. Y también es muy probable que haya tantas selecciones posibles como argentinos lectores hay en el país. De todas maneras, ¿quién podría no estar de acuerdo con la inclusión del texto de la Constitución nacional (tan conculcada últimamente en la Argentina), cuyo Preámbulo hubo una época en que los argentinos aprendíamos a recitar de memoria?
Lo mismo puede decirse de los diccionarios (quizá no hubiera estado mal agregar también una gramática de la lengua española), de los manuales sobre primeros auxilios -tanto el redactado con el asesoramiento de la Cruz Roja como el de primeros auxilios legales, elaborado en colaboración con el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec)- y, por supuesto, de las antologías para chicos y adultos, que, con sus más y sus menos, son representativas de la literatura argentina y de la literatura universal. Una mención especial merece el libro, particularmente bello e ingenioso, de las distintas versiones de El príncipe feliz de Oscar Wilde, cuyo subtítulo es "Contado e ilustrado por hombres y mujeres de la cultura", y fue editado recientemente por el Grupo Juanito para la Fundación del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan.
Por todo eso, llama la atención la elección por lo menos discutible de la versión adaptada del libro Nunca más , titulada aquí El Nunca Más y los crímenes de la dictadura . El texto sigue los lineamientos principales del original, excepto que se han extraído -cosa comprensible- los numerosos testimonios, planos, fotos, etcétera, que forman parte también del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), lo cual dio por resultado un libro de 500 páginas, mientras que el de la Secretaría de Cultura que aquí se menciona tiene 144 páginas. Decimos que ésta sería la única elección discutible, dado que incluye el prólogo que en la edición del 30° aniversario del golpe militar, de marzo de 2006, antecede al prólogo original de la primera edición, de 1984, escrito por Ernesto Sabato, presidente de la Comisión. En el momento de la publicación de esa edición aniversario, desde estas columnas editoriales objetamos la inclusión de un prólogo que no sólo no agregaba nada a la excelencia del primero, sino que servía de exaltación del gobierno de turno y poco contribuía a la necesidad que los argentinos tenemos de superar los odios y desencuentros del pasado, y de avanzar hacia una definitiva reconciliación nacional.
Esta observación no significa dejar de destacar este magnífico ejemplo de política de Estado que acaba de dar la Secretaría de Cultura de la Nación. Es de esperar que éste sea sólo el comienzo de una prolongada tarea en esta dirección para que muy pronto no haya ningún hogar en la Argentina que no tenga una biblioteca con libros elegidos por sus dueños, porque todos los argentinos habrán comprendido el valor que tiene poder informarse y formarse en "los temas sobre los cuales deben decidir", como corresponde a ciudadanos que viven en una república democrática.
ARTICULO ENVADIO POR DR. JORGE CARRO L.
Noticias de
Sábado 2 de agosto de 2008 Publicado en diario de hoy
Desde estas columnas, se ha insistido siempre en los incalculables beneficios que trae la lectura, particularmente la lectura de libros. Por ello, no deja de ser una noticia para celebrar que la Secretaría de Cultura de la Nación haya hecho realidad su promesa de implementar, en 800 localidades de todo el país, el Programa Libros y Casas, que entrega una biblioteca, con 18 volúmenes que abarcan distintos temas, para cada una de las viviendas edificadas dentro del Programa Federal de Construcción de Viviendas, que depende del Ministerio de Planificación Federal. Una vez completado, el programa habrá conformado 80.000 bibliotecas familiares, con un total de beneficiarios estimados en medio millón de personas.
El objetivo de la secretaría es "democratizar el acceso a los libros y fomentar la lectura entre los sectores económicamente más desfavorecidos". Y en el prólogo que lleva cada libro, firmado por el secretario de Cultura, José Nun, éste escribe que "los buenos libros cumplen funciones tan valiosas como indispensables: son, a la vez, nuestros amigos, nuestros consejeros y nuestros maestros".
La selección comprende cinco categorías de títulos: manuales (de primeros auxilios legales, guías alimentarias para la población infantil, etcétera); libros de corte histórico e institucional (por ejemplo, la Constitución nacional); diccionarios (una enciclopedia de bolsillo y un diccionario básico escolar); literatura para adultos (antologías de cuentos, poemas y letras de canciones), y literatura para chicos (relatos clásicos y actuales, novelas, cuentos y poesías).
Por supuesto, es muy probable que todo argentino habituado a leer tenga hecha su propia selección de los textos básicos que deberían integrar bibliotecas en formación, como son éstas. Y también es muy probable que haya tantas selecciones posibles como argentinos lectores hay en el país. De todas maneras, ¿quién podría no estar de acuerdo con la inclusión del texto de la Constitución nacional (tan conculcada últimamente en la Argentina), cuyo Preámbulo hubo una época en que los argentinos aprendíamos a recitar de memoria?
Lo mismo puede decirse de los diccionarios (quizá no hubiera estado mal agregar también una gramática de la lengua española), de los manuales sobre primeros auxilios -tanto el redactado con el asesoramiento de la Cruz Roja como el de primeros auxilios legales, elaborado en colaboración con el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec)- y, por supuesto, de las antologías para chicos y adultos, que, con sus más y sus menos, son representativas de la literatura argentina y de la literatura universal. Una mención especial merece el libro, particularmente bello e ingenioso, de las distintas versiones de El príncipe feliz de Oscar Wilde, cuyo subtítulo es "Contado e ilustrado por hombres y mujeres de la cultura", y fue editado recientemente por el Grupo Juanito para la Fundación del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan.
Por todo eso, llama la atención la elección por lo menos discutible de la versión adaptada del libro Nunca más , titulada aquí El Nunca Más y los crímenes de la dictadura . El texto sigue los lineamientos principales del original, excepto que se han extraído -cosa comprensible- los numerosos testimonios, planos, fotos, etcétera, que forman parte también del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), lo cual dio por resultado un libro de 500 páginas, mientras que el de la Secretaría de Cultura que aquí se menciona tiene 144 páginas. Decimos que ésta sería la única elección discutible, dado que incluye el prólogo que en la edición del 30° aniversario del golpe militar, de marzo de 2006, antecede al prólogo original de la primera edición, de 1984, escrito por Ernesto Sabato, presidente de la Comisión. En el momento de la publicación de esa edición aniversario, desde estas columnas editoriales objetamos la inclusión de un prólogo que no sólo no agregaba nada a la excelencia del primero, sino que servía de exaltación del gobierno de turno y poco contribuía a la necesidad que los argentinos tenemos de superar los odios y desencuentros del pasado, y de avanzar hacia una definitiva reconciliación nacional.
Esta observación no significa dejar de destacar este magnífico ejemplo de política de Estado que acaba de dar la Secretaría de Cultura de la Nación. Es de esperar que éste sea sólo el comienzo de una prolongada tarea en esta dirección para que muy pronto no haya ningún hogar en la Argentina que no tenga una biblioteca con libros elegidos por sus dueños, porque todos los argentinos habrán comprendido el valor que tiene poder informarse y formarse en "los temas sobre los cuales deben decidir", como corresponde a ciudadanos que viven en una república democrática.
ARTICULO ENVADIO POR DR. JORGE CARRO L.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)