viernes, 4 de junio de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
Maestra patentó en 1949 un libro mecánico precursor del electrónico
Fuente: LA VOZ DE GALICIA
No fue Michael Hart, ni en Illinois, ni tampoco ocurrió en el año 1971. El primer libro electrónico lo inventó doña Angelita, una maestra ferrolana que se adelantó más de medio siglo a su tiempo. Lo acredita una patente de invención otorgada en 1949 y también el modelo de enciclopedia mecánica que se construyó, siguiendo sus indicaciones, en el Parque de Artillería de Ferrol.
Ángela Ruiz Robles (1895-1975) visionó la era de las pizarras digitales con varias décadas de antelación. Una mente privilegiada y una profunda vocación por la pedagogía y la educación ideó el primer precedente del e-book con tres objetivos: aligerar el peso de las mochilas de los niños, hacer más atractivo el aprendizaje y adaptar la enseñanza al nivel de cada estudiante. Tomó forma en los talleres militares ferrolanos en una suerte de artefacto con carretes que en la década de los sesenta la prensa consideró que «rozaba el mundo de la abstracción». Se construyó con los materiales de entonces y por ello, consideran sus descendientes, no llegó a convertirse en libro electrónico. Constaba de dos partes: la primera, de conocimientos básicos: lectura, escritura, numeración y cálculo. Haciendo presión en abecedarios y números se formaban sílabas, palabras y lecciones. La segunda, funcionaba con bobinas, cada una dedicada a una materia. Todo bajo una lámina transparente e irrompible, con cristal de aumento. Y con luz, para que se pudiese leer en la oscuridad. Además, podía incorporar sonido con las explicaciones de cada tema. Todo en el tamaño de un libro, «de facilísimo manejo y peso insignificante», describía la propia autora.
Los norteamericanos echaron el ojo al invento y hubo quien desde Washington intentó comprarle la patente «Libros cuyo funcionamiento es mecánico, eléctrico y a presión de aire». Sin éxito. Doña Angelita, maestra en Mandiá, la escuela obrera y directora del colegio Ibáñez Martín, quería que el invento se quedase en Galicia y sobre todo, en su ciudad, donde su figura ha sido recordada por el Concello de Ferrol. Un año de trabajo del programa municipal Ferrol en feminino que recupera la memoria histórica de las mujeres que construyeron ciudad, ha derivado en la publicación de un libro y la exposición itinerante que incluye la figura de Ángela Ruiz Robles. Además, la Festa do Libro e da Palabra, que se celebrará en la ciudad naval la próxima semana, incluirá una charla sobre la mujer que premonizó el libro electrónico, a cargo de una de sus nietas.
El talento de Ángela Ruiz Robles, una de las pocas inventoras españolas en una época en la que la paridad era todavía ciencia ficción, se vertió en doce obras científicas y su labor fue reconocida con la Cruz de Alfonso X el Sabio.
NOTA ENVIADA POR NORMA BOTEO
No fue Michael Hart, ni en Illinois, ni tampoco ocurrió en el año 1971. El primer libro electrónico lo inventó doña Angelita, una maestra ferrolana que se adelantó más de medio siglo a su tiempo. Lo acredita una patente de invención otorgada en 1949 y también el modelo de enciclopedia mecánica que se construyó, siguiendo sus indicaciones, en el Parque de Artillería de Ferrol.
Ángela Ruiz Robles (1895-1975) visionó la era de las pizarras digitales con varias décadas de antelación. Una mente privilegiada y una profunda vocación por la pedagogía y la educación ideó el primer precedente del e-book con tres objetivos: aligerar el peso de las mochilas de los niños, hacer más atractivo el aprendizaje y adaptar la enseñanza al nivel de cada estudiante. Tomó forma en los talleres militares ferrolanos en una suerte de artefacto con carretes que en la década de los sesenta la prensa consideró que «rozaba el mundo de la abstracción». Se construyó con los materiales de entonces y por ello, consideran sus descendientes, no llegó a convertirse en libro electrónico. Constaba de dos partes: la primera, de conocimientos básicos: lectura, escritura, numeración y cálculo. Haciendo presión en abecedarios y números se formaban sílabas, palabras y lecciones. La segunda, funcionaba con bobinas, cada una dedicada a una materia. Todo bajo una lámina transparente e irrompible, con cristal de aumento. Y con luz, para que se pudiese leer en la oscuridad. Además, podía incorporar sonido con las explicaciones de cada tema. Todo en el tamaño de un libro, «de facilísimo manejo y peso insignificante», describía la propia autora.
Los norteamericanos echaron el ojo al invento y hubo quien desde Washington intentó comprarle la patente «Libros cuyo funcionamiento es mecánico, eléctrico y a presión de aire». Sin éxito. Doña Angelita, maestra en Mandiá, la escuela obrera y directora del colegio Ibáñez Martín, quería que el invento se quedase en Galicia y sobre todo, en su ciudad, donde su figura ha sido recordada por el Concello de Ferrol. Un año de trabajo del programa municipal Ferrol en feminino que recupera la memoria histórica de las mujeres que construyeron ciudad, ha derivado en la publicación de un libro y la exposición itinerante que incluye la figura de Ángela Ruiz Robles. Además, la Festa do Libro e da Palabra, que se celebrará en la ciudad naval la próxima semana, incluirá una charla sobre la mujer que premonizó el libro electrónico, a cargo de una de sus nietas.
El talento de Ángela Ruiz Robles, una de las pocas inventoras españolas en una época en la que la paridad era todavía ciencia ficción, se vertió en doce obras científicas y su labor fue reconocida con la Cruz de Alfonso X el Sabio.
NOTA ENVIADA POR NORMA BOTEO
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PRIMER LIBRO DIGITAL
viernes, 17 de julio de 2009
Biblioteca Virtual para el Desarrollo Sostenible y Salud Ambiental
Con apoyo de OPS/OMS
Flor Rojas
La Biblioteca José Coronel Urtecho de la Universidad Centroamericana (UCA) funcionará como Centro Coordinador Nacional, para liderar la construcción y desarrollo de la nueva Biblioteca Virtual Desarrollo Sostenible y Salud Ambiental (BVSDE) que cuenta con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, (OPS/OMS), como parte de un convenio de colaboración entre ambas instituciones.
Esta Biblioteca se establece con el fin de crear fuentes de información nacional, relacionadas con el desarrollo sostenible y la salud ambiental y estará a disposición de nuestro país y el resto del mundo, lo que permitirá también la evaluación y control de los factores ambientales de riesgo para la salud de las personas.
“Estamos muy honrados con este voto de confianza que nos da la OPS/OMS, pues es producto de un diagnóstico, en donde los resultados favorecieron a la UCA por tener las condiciones propicias para llevar a cabo este proyecto tan importante. Es un paso adelante en una larga historia de cooperación”, dijo la Doctora Mayra Luz Pérez Díaz, Rectora de la UCA.
El proyecto se presenta en 5 grandes ejes: la reorganización e impulso de la BVSDE; la instalación de infraestructura tecnológica en el centro coordinador; el desarrollo de competencias en los recursos humanos del centro, y el equipamiento tecnológico del centro coordinador nacional.
“Es un privilegio poder suscribir este convenio con la UCA, compartimos valores y principios, formas de ver la vida y de desarrollar nuestro que hacer cotidiano. Este convenio es parte de un exhaustivo proceso de selección que considero fueron innecesario por todo el prestigio y los antecedentes de la UCA en Nicaragua y Centroamérica”, recalcó el Doctor José Luis Prosperi, Representante en Nicaragua de la OPS/OMS.
Cabe destacar que este convenio se enmarca dentro de una de las líneas más importantes de cooperación técnica que hace la OPS/OMS, respecto a la discusión de información para el desarrollo del ambiente y desarrollo sostenible, como uno de los pilares de la vida.
Flor Rojas
La Biblioteca José Coronel Urtecho de la Universidad Centroamericana (UCA) funcionará como Centro Coordinador Nacional, para liderar la construcción y desarrollo de la nueva Biblioteca Virtual Desarrollo Sostenible y Salud Ambiental (BVSDE) que cuenta con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, (OPS/OMS), como parte de un convenio de colaboración entre ambas instituciones.
Esta Biblioteca se establece con el fin de crear fuentes de información nacional, relacionadas con el desarrollo sostenible y la salud ambiental y estará a disposición de nuestro país y el resto del mundo, lo que permitirá también la evaluación y control de los factores ambientales de riesgo para la salud de las personas.
“Estamos muy honrados con este voto de confianza que nos da la OPS/OMS, pues es producto de un diagnóstico, en donde los resultados favorecieron a la UCA por tener las condiciones propicias para llevar a cabo este proyecto tan importante. Es un paso adelante en una larga historia de cooperación”, dijo la Doctora Mayra Luz Pérez Díaz, Rectora de la UCA.
El proyecto se presenta en 5 grandes ejes: la reorganización e impulso de la BVSDE; la instalación de infraestructura tecnológica en el centro coordinador; el desarrollo de competencias en los recursos humanos del centro, y el equipamiento tecnológico del centro coordinador nacional.
“Es un privilegio poder suscribir este convenio con la UCA, compartimos valores y principios, formas de ver la vida y de desarrollar nuestro que hacer cotidiano. Este convenio es parte de un exhaustivo proceso de selección que considero fueron innecesario por todo el prestigio y los antecedentes de la UCA en Nicaragua y Centroamérica”, recalcó el Doctor José Luis Prosperi, Representante en Nicaragua de la OPS/OMS.
Cabe destacar que este convenio se enmarca dentro de una de las líneas más importantes de cooperación técnica que hace la OPS/OMS, respecto a la discusión de información para el desarrollo del ambiente y desarrollo sostenible, como uno de los pilares de la vida.
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BIBLIOTECA/MEDIO AMBIENTE
miércoles, 15 de julio de 2009
PAPIROFLEXIA Libros de segunda mano para crear arte
La artista
Su Blackwell
expone sus obras de
papiroflexia realizadas con libros de
segunda mano.
El Puerto Victoria de Hong Kong,
Los Carpinteros o su obra
Illustrative Birds son algunas de las maravillas que se pueden disfrutar estos días
en Hong Kong donde la artista británica Su Blackwell expone sus obras.
La artista utiliza libros de segunda mano para confeccionar sus meticulosas creaciones.
Su Blackwell
expone sus obras de
papiroflexia realizadas con libros de
segunda mano.
El Puerto Victoria de Hong Kong,
Los Carpinteros o su obra
Illustrative Birds son algunas de las maravillas que se pueden disfrutar estos días
en Hong Kong donde la artista británica Su Blackwell expone sus obras.
La artista utiliza libros de segunda mano para confeccionar sus meticulosas creaciones.
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LIBROS USADOS
martes, 9 de junio de 2009
La biblioteca Google: Entrevista con Robert Darnton
Con su proyecto de poner en línea libros de todo el mundo, Google busca reconciliar internet con la lectura a profundidad.
El historiador Robert Darnton, director de las bibliotecas
de Harvard, comparte aquí tanto su entusiasmo como sus reservas.
¿Internet realmente desquicia el mundo del libro y de la lectura?
La respuesta es sí, pero tampoco hay que caer en la exageración utópica. Algunos hablan incluso del fin de un mundo. Si se contempla a largo plazo, la llegada de internet es un cambio tan importante como el invento de los tipos móviles de Gutenberg. Los medios utilizados para comunicar e intercambiar ideas están en plena transformación, lo cual crea un estado de exaltación que nubla un poco la conciencia de lo que realmente está pasando. Yo creo que la mayor parte de los lectores, para apropiarse de textos de cierta extensión y profundidad, seguirá leyendo libros impresos. Sin embargo, sabemos que el proceso de formación y diseño de esos libros es ya radicalmente distinto del que se usaba en el pasado; ahora debe realizarse de manera digital. Y existen libros híbridos, mitad papel y mitad electrónicos; también hay libros completamente electrónicos y toda clase de intercambios textuales en muchos otros soportes. Todo esto transforma la manera en que los lectores leen, los autores escriben, los editores publican y los libreros venden.
¿Qué le hace pensar que el libro en papel sigue teniendo futuro?
La historia lo muestra: un medio no desplaza al otro. Ahora sabemos que la publicación de manuscritos continuó después de Gutenberg, hasta principios del siglo XVIII. Mi amigo el historiador del libro Donald McKenzie sostenía que, en el caso de obras con tirajes de menos de cien ejemplares, era más barato confiarlas a los copistas que imprimirlas. La radio no desplazó a los periódicos, así como la televisión tampoco eliminó la radio o el cine. El libro electrónico no hará desaparecer el libro clásico. Creo que más bien llegaremos a un nuevo equilibrio, una nueva ecología de lo escrito.
¿Qué opina del proyecto de Google que busca digitalizar gradualmente todos los libros del planeta?
Soy un firme creyente en la democratización del saber. La invención de la imprenta fue una etapa esencial en ese proceso, que luego siguió desarrollándose, a finales del siglo XIX, gracias a la utilización de la pasta de papel y las prensas con motores de vapor. La digitalización de los libros es una nueva etapa. Es una perspectiva emocionante. El buscador Google pondrá el conocimiento acumulado en los libros al alcance de todos o, al menos, de quienes dispongan de acceso a internet. Me parece además muy relevante para los investigadores. Al estar a la cabeza de la biblioteca universitaria más grande del mundo, apoyo la completa digitalización de todos los libros de temas de interés general y estoy de acuerdo con la iniciativa de poner en línea progresivamente, y de manera gratuita, todos los libros de nuestras colecciones cuyo contenido sea ya del dominio público. Harvard fue una de las primeras universidades en firmar, en 2006, un acuerdo en ese sentido con Google, y me alegro de ello. Es un paso tangible hacia la instauración de una república de las letras, y de una ciudadanía universal en el seno de esa república. Una idea que hace diez años se juzgaba como utópica comienza a tomar cuerpo.
Pero este proyecto de Google no ha sido recibido con aprobación unánime, por decir lo menos. ¿Qué piensa de los argumentos de sus detractores?
Hay muchas formas de crítica posibles. Se puede poner el acento en el peligro que representaría el poder que obtiene una sola empresa para gestionar el conocimiento, no solamente estadounidense sino mundial. En Francia, mi amigo Jean-Noël Jeanneney, quien dirigió la Biblioteca Nacional de Francia, publicó un libro sobre ese tema [Quand Google défie l'Europe: plaidoyer pour un sursaut, 2005]. No le parece bien que una compañía estadounidense quiera digitalizar todo el patrimonio literario europeo. Él apoya la idea de que Europa responda digitalizando sus propios libros. Quizás haya en esto un poco de antiamericanismo, aunque Jeanneney conozca bien Estados Unidos y no sea, en principio, un antiamericano. Pero su punto de vista se sostiene perfectamente. Me parece por completo legítimo que las instituciones europeas se preocupen de digitalizar su patrimonio, de acuerdo con sus propios criterios. Eso será muy positivo para todos, incluyéndonos a nosotros, los estadounidenses.
¿De qué manera favorecería a los estadounidenses que los europeos digitalicen sus fondos editoriales?
Porque la revolución digital también representa grandes peligros. No estamos a las puertas de la tierra prometida. Avanzamos lentamente, con grandes confusiones, por un territorio nuevo, en gran parte inexplorado. De modo que resulta esencial disponer de una variedad de enfoques. Creo que es posible darle la bienvenida a la iniciativa de Google y, al mismo tiempo, conservar la distancia. En un artículo que publiqué hace poco en The New York Review of Books expuse las razones para, en mi opinión, no dar un salto al vacío en este tema.
¿Cuáles son sus reservas ante la iniciativa de Google?
Bueno, me pongo en guardia contra los entusiasmos desbordados. Los admiradores de Google afirman que todos los libros estarán disponibles en línea. Y eso no es exacto. No es lo que podemos contemplar para Estados Unidos ni, a fortiori, para el resto del mundo. No es viable, concretamente, dado el enorme número de volúmenes dispersos por todas partes. Tampoco es viable desde el punto de vista jurídico. Los derechos de autor literarios, cuyas reglas son muchas veces arcaicas, son un gran obstáculo para la digitalización total. Así que hay límites cuantitativos. Y también cualitativos. Una obra del siglo XVIII, por ejemplo, suele contar con numerosas ediciones, algunas de ellas piratas. Cada edición representa un interés particular, por diversas razones. ¿Cuál de todas va a privilegiar Google? Que yo sepa, la empresa no cuenta con ningún bibliógrafo.
¿Quiere usted decir que la calidad del fondo editorial digitalizado por Google dejará que desear?
Es inevitable. Se cometerán errores en todos los niveles: la elección de los libros, la reproducción de los textos, de las imágenes. ¿Cómo va a operar el control de calidad en decenas de millones de títulos? ¿Y cómo es que el buscador de Google va a determinar el rango, la ordenación con la que se presentarán los libros? También podemos preguntarnos acerca de la duración de los métodos de digitalización que serán utilizados. Los programas y los soportes informáticos caducan con rapidez. ¿Qué medios garantizan la conservación de los archivos? ¿Cuál es, por otra parte, la duración de la empresa misma, de Google? Es algo que hago notar en mi artículo: hemos perdido ya el ochenta por ciento de los filmes mudos y cincuenta por ciento del total de las películas filmadas antes de la Segunda Guerra Mundial. Lo de Google está muy bien, ¡pero las bibliotecas no han dicho su última palabra!
¿No hay una paradoja en ver al libro como una baza del futuro de internet, cuando internet parece alejarnos de los libros?
En este punto creo que también hace falta introducir la mirada de los historiadores, a largo plazo. Internet nos aleja de los libros y, en ese sentido, las nuevas generaciones tienden a pensar que toda la información posible se encuentra en línea y que es globalmente fiable. Sucede incluso con los muy selectos estudiantes que entran a Harvard. De modo que hace falta enseñar el uso crítico de internet. Dicho lo cual, no podemos quedarnos con la idea de que la distorsión de la información, la maleabilidad de los textos y la ambigüedad o el bajo nivel de confiabilidad de las fuentes son fenómenos recientes. Los periódicos siempre han ofrecido solamente ciertas versiones de los hechos reales. Como mencionaba al hablar del siglo XVIII, el libro mismo no era considerado como un objeto estable, digno de confianza. Para dar un ejemplo, la edición más leída de la Enciclopedia de Diderot en el siglo XVIII contenía cientos de páginas que no existían en la edición original. Esas páginas fueron introducidas por un cura para reproducir pasajes de un sermón de su obispo, y así ganarse su aprecio.
En su opinión, la revolución digital sacude pero no trastorna completamente el mundo del libro. ¿Diría lo mismo acerca de los modos de leer? ¿La lectura rápida no acabará por reemplazar a la lectura regular, lenta?
Soy un partidario entusiasta de la lectura lenta. De hecho, soy un lector bastante lento. La lentitud me parece un elemento esencial del placer de la lectura, pues deja lugar a las asociaciones libres, a la imaginación, a los fantasmas productivos. Abre la puerta a nuevas ideas, a la posibilidad de crear nuestras propias relaciones, de alguna manera. Los jóvenes ahora se forman cada vez menos en la lectura lenta, y se inclinan menos por ella. Lo cual no quiere decir que lo digital no es un instrumento fabuloso. Con sólo presionar aparece una nueva pista, instantáneamente. Se pueden grabar cuarenta títulos sobre un soporte tan ligero como un libro de bolsillo. La rapidez de los modos de lectura queda pues compensada por las muchas puertas que podemos abrir. En ese sentido, se está creando una nueva ecología de la escritura.
Traducción de Una Pérez Ruiz© Book
Entrevista realizada por la revista francesa Books (no 1, diciembre 2008-enero 2009).
Fuente: http://www.revistasculturales.com/articulos/91/letras-libres/1056/1/la-biblioteca-google-entrevista-con-robert-darnton.html
Un saludo,
Julián Marquina
Documentalista
***********************************************
Julián Marquina ArenasDirector RecBib - Recursos Bibliotecarios Ficha EXIT:www.directorioexit.info/consulta.php?directorio=exit&campo=ID&texto=1064Web: www.recbib.es Boletin RecBib: www.recbib.es/boletin-recbib RSS: www.recbib.es/rss-recbib
El historiador Robert Darnton, director de las bibliotecas
de Harvard, comparte aquí tanto su entusiasmo como sus reservas.
¿Internet realmente desquicia el mundo del libro y de la lectura?
La respuesta es sí, pero tampoco hay que caer en la exageración utópica. Algunos hablan incluso del fin de un mundo. Si se contempla a largo plazo, la llegada de internet es un cambio tan importante como el invento de los tipos móviles de Gutenberg. Los medios utilizados para comunicar e intercambiar ideas están en plena transformación, lo cual crea un estado de exaltación que nubla un poco la conciencia de lo que realmente está pasando. Yo creo que la mayor parte de los lectores, para apropiarse de textos de cierta extensión y profundidad, seguirá leyendo libros impresos. Sin embargo, sabemos que el proceso de formación y diseño de esos libros es ya radicalmente distinto del que se usaba en el pasado; ahora debe realizarse de manera digital. Y existen libros híbridos, mitad papel y mitad electrónicos; también hay libros completamente electrónicos y toda clase de intercambios textuales en muchos otros soportes. Todo esto transforma la manera en que los lectores leen, los autores escriben, los editores publican y los libreros venden.
¿Qué le hace pensar que el libro en papel sigue teniendo futuro?
La historia lo muestra: un medio no desplaza al otro. Ahora sabemos que la publicación de manuscritos continuó después de Gutenberg, hasta principios del siglo XVIII. Mi amigo el historiador del libro Donald McKenzie sostenía que, en el caso de obras con tirajes de menos de cien ejemplares, era más barato confiarlas a los copistas que imprimirlas. La radio no desplazó a los periódicos, así como la televisión tampoco eliminó la radio o el cine. El libro electrónico no hará desaparecer el libro clásico. Creo que más bien llegaremos a un nuevo equilibrio, una nueva ecología de lo escrito.
¿Qué opina del proyecto de Google que busca digitalizar gradualmente todos los libros del planeta?
Soy un firme creyente en la democratización del saber. La invención de la imprenta fue una etapa esencial en ese proceso, que luego siguió desarrollándose, a finales del siglo XIX, gracias a la utilización de la pasta de papel y las prensas con motores de vapor. La digitalización de los libros es una nueva etapa. Es una perspectiva emocionante. El buscador Google pondrá el conocimiento acumulado en los libros al alcance de todos o, al menos, de quienes dispongan de acceso a internet. Me parece además muy relevante para los investigadores. Al estar a la cabeza de la biblioteca universitaria más grande del mundo, apoyo la completa digitalización de todos los libros de temas de interés general y estoy de acuerdo con la iniciativa de poner en línea progresivamente, y de manera gratuita, todos los libros de nuestras colecciones cuyo contenido sea ya del dominio público. Harvard fue una de las primeras universidades en firmar, en 2006, un acuerdo en ese sentido con Google, y me alegro de ello. Es un paso tangible hacia la instauración de una república de las letras, y de una ciudadanía universal en el seno de esa república. Una idea que hace diez años se juzgaba como utópica comienza a tomar cuerpo.
Pero este proyecto de Google no ha sido recibido con aprobación unánime, por decir lo menos. ¿Qué piensa de los argumentos de sus detractores?
Hay muchas formas de crítica posibles. Se puede poner el acento en el peligro que representaría el poder que obtiene una sola empresa para gestionar el conocimiento, no solamente estadounidense sino mundial. En Francia, mi amigo Jean-Noël Jeanneney, quien dirigió la Biblioteca Nacional de Francia, publicó un libro sobre ese tema [Quand Google défie l'Europe: plaidoyer pour un sursaut, 2005]. No le parece bien que una compañía estadounidense quiera digitalizar todo el patrimonio literario europeo. Él apoya la idea de que Europa responda digitalizando sus propios libros. Quizás haya en esto un poco de antiamericanismo, aunque Jeanneney conozca bien Estados Unidos y no sea, en principio, un antiamericano. Pero su punto de vista se sostiene perfectamente. Me parece por completo legítimo que las instituciones europeas se preocupen de digitalizar su patrimonio, de acuerdo con sus propios criterios. Eso será muy positivo para todos, incluyéndonos a nosotros, los estadounidenses.
¿De qué manera favorecería a los estadounidenses que los europeos digitalicen sus fondos editoriales?
Porque la revolución digital también representa grandes peligros. No estamos a las puertas de la tierra prometida. Avanzamos lentamente, con grandes confusiones, por un territorio nuevo, en gran parte inexplorado. De modo que resulta esencial disponer de una variedad de enfoques. Creo que es posible darle la bienvenida a la iniciativa de Google y, al mismo tiempo, conservar la distancia. En un artículo que publiqué hace poco en The New York Review of Books expuse las razones para, en mi opinión, no dar un salto al vacío en este tema.
¿Cuáles son sus reservas ante la iniciativa de Google?
Bueno, me pongo en guardia contra los entusiasmos desbordados. Los admiradores de Google afirman que todos los libros estarán disponibles en línea. Y eso no es exacto. No es lo que podemos contemplar para Estados Unidos ni, a fortiori, para el resto del mundo. No es viable, concretamente, dado el enorme número de volúmenes dispersos por todas partes. Tampoco es viable desde el punto de vista jurídico. Los derechos de autor literarios, cuyas reglas son muchas veces arcaicas, son un gran obstáculo para la digitalización total. Así que hay límites cuantitativos. Y también cualitativos. Una obra del siglo XVIII, por ejemplo, suele contar con numerosas ediciones, algunas de ellas piratas. Cada edición representa un interés particular, por diversas razones. ¿Cuál de todas va a privilegiar Google? Que yo sepa, la empresa no cuenta con ningún bibliógrafo.
¿Quiere usted decir que la calidad del fondo editorial digitalizado por Google dejará que desear?
Es inevitable. Se cometerán errores en todos los niveles: la elección de los libros, la reproducción de los textos, de las imágenes. ¿Cómo va a operar el control de calidad en decenas de millones de títulos? ¿Y cómo es que el buscador de Google va a determinar el rango, la ordenación con la que se presentarán los libros? También podemos preguntarnos acerca de la duración de los métodos de digitalización que serán utilizados. Los programas y los soportes informáticos caducan con rapidez. ¿Qué medios garantizan la conservación de los archivos? ¿Cuál es, por otra parte, la duración de la empresa misma, de Google? Es algo que hago notar en mi artículo: hemos perdido ya el ochenta por ciento de los filmes mudos y cincuenta por ciento del total de las películas filmadas antes de la Segunda Guerra Mundial. Lo de Google está muy bien, ¡pero las bibliotecas no han dicho su última palabra!
¿No hay una paradoja en ver al libro como una baza del futuro de internet, cuando internet parece alejarnos de los libros?
En este punto creo que también hace falta introducir la mirada de los historiadores, a largo plazo. Internet nos aleja de los libros y, en ese sentido, las nuevas generaciones tienden a pensar que toda la información posible se encuentra en línea y que es globalmente fiable. Sucede incluso con los muy selectos estudiantes que entran a Harvard. De modo que hace falta enseñar el uso crítico de internet. Dicho lo cual, no podemos quedarnos con la idea de que la distorsión de la información, la maleabilidad de los textos y la ambigüedad o el bajo nivel de confiabilidad de las fuentes son fenómenos recientes. Los periódicos siempre han ofrecido solamente ciertas versiones de los hechos reales. Como mencionaba al hablar del siglo XVIII, el libro mismo no era considerado como un objeto estable, digno de confianza. Para dar un ejemplo, la edición más leída de la Enciclopedia de Diderot en el siglo XVIII contenía cientos de páginas que no existían en la edición original. Esas páginas fueron introducidas por un cura para reproducir pasajes de un sermón de su obispo, y así ganarse su aprecio.
En su opinión, la revolución digital sacude pero no trastorna completamente el mundo del libro. ¿Diría lo mismo acerca de los modos de leer? ¿La lectura rápida no acabará por reemplazar a la lectura regular, lenta?
Soy un partidario entusiasta de la lectura lenta. De hecho, soy un lector bastante lento. La lentitud me parece un elemento esencial del placer de la lectura, pues deja lugar a las asociaciones libres, a la imaginación, a los fantasmas productivos. Abre la puerta a nuevas ideas, a la posibilidad de crear nuestras propias relaciones, de alguna manera. Los jóvenes ahora se forman cada vez menos en la lectura lenta, y se inclinan menos por ella. Lo cual no quiere decir que lo digital no es un instrumento fabuloso. Con sólo presionar aparece una nueva pista, instantáneamente. Se pueden grabar cuarenta títulos sobre un soporte tan ligero como un libro de bolsillo. La rapidez de los modos de lectura queda pues compensada por las muchas puertas que podemos abrir. En ese sentido, se está creando una nueva ecología de la escritura.
Traducción de Una Pérez Ruiz© Book
Entrevista realizada por la revista francesa Books (no 1, diciembre 2008-enero 2009).
Fuente: http://www.revistasculturales.com/articulos/91/letras-libres/1056/1/la-biblioteca-google-entrevista-con-robert-darnton.html
Un saludo,
Julián Marquina
Documentalista
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Julián Marquina ArenasDirector RecBib - Recursos Bibliotecarios Ficha EXIT:www.directorioexit.info/consulta.php?directorio=exit&campo=ID&texto=1064Web: www.recbib.es Boletin RecBib: www.recbib.es/boletin-recbib RSS: www.recbib.es/rss-recbib
martes, 28 de abril de 2009
¿Qué se celebra en el día mundial de la propiedad intelectual?
Por Federico Heinz y Beatriz Busaniche
* Especial para lanacion.com
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) es un organismo de Naciones Unidas, fundado con el deseo de "promover en todo el mundo la protección de la propiedad intelectual a fin de estimular la actividad creadora". Ejerce esta función administrando una veintena de tratados internacionales que comprometen a los países miembros a otorgar, por ley, monopolios limitados sobre bienes intangibles como las marcas, las invenciones, las obras artísticas y otros. El 26 de abril de cada año, OMPI invita a sus miembros a celebrar el Día de la Propiedad Intelectual, alentando a reflexionar sobre los beneficios de respetar estos monopolios sin los cuales, nos advierten, no serían posibles la obras artísticas ni el progreso tecnológico.
Varias organizaciones en todo el mundo acompañan a OMPI en este mensaje. Cada vez que nos tiene acorralados en un cine, la industria cinematográfica de los Estados Unidos pretende convencernos de que bajar películas de Internet es de alguna manera parecido a robar una cartera. Por su parte, las discográficas acuden a métodos más contundentes, organizando redadas virtuales para identificar y demandar a personas que comparten música por Internet. En Europa, el lobby de las gestoras colectivas de derecho de autor logró que se prohíba el préstamo gratuito de libros en bibliotecas. En la Argentina, las vernáculas SADAIC, CAPIF y ARGENTORES buscan maneras de emular a sus hermanas del primer mundo.
¿Por qué un Día de la Propiedad Intelectual?
OMPI demoró más de treinta años en sentir la necesidad de un Día de la Propiedad Intelectual. Durante todo ese tiempo, el público en general pudo ser felizmente ignorante de sus tratados: era muy raro que un individuo se tropezara con alguno de sus monopolios, porque éstos actuaban esencialmente como mecanismos de regulación industrial. Los juicios por violación de copyright tenían lugar entre editoriales o discográficas, que eran las que podían acceder a la costosa infraestructura necesaria para copiar y distribuir obras, y los procesos por violación de patentes se daban sólo entre complejos industriales.
Para el 2000, sin embargo, un número creciente de personas ignoraba deliberadamente el monopolio de copia o copyright. Personas honestas que, como bien diagnostica Hollywood, jamás robarían una cartera, compartían música y películas sin el menor remordimiento. La razón de este cambio es evidente: pasamos de un contexto en el que la producción y distribución de obras sólo era posible dentro de un marco industrial, a uno en el que la humanidad está empeñada en construir la máquina de copiar más portentosa de la historia, una copiadora universal de escala planetaria que ya está al alcance de millones de personas: Internet.
En realidad, el fenómeno de la distribución de copias a través de Internet apenas es el síntoma más visible de que el edificio construido por OMPI está colapsando bajo su propio peso. No sólo se trata de gente haciendo cosas que antes no hacía: OMPI está empeñada en ampliar la cantidad y los alcances de los monopolios, de modo que muchas cosas que siempre hicimos se volvieron ilegales de la noche a la mañana. En algunos países, disciplinas tradicionalmente libres de patentes, tales como la genética, los modelos de negocios, los algoritmos de computadoras y la agricultura están hoy loteadas en parcelas monopólicas defendidas agresivamente por sus "propietarios". Actividades como sembrar ciertas semillas, usar ciertos algoritmos, prestar libros o compartir una canción, aparecen hoy bajo el rótulo de "delitos".
Aceptar la invitación de OMPI a reflexionar sobre el impacto de la "propiedad intelectual" en nuestra vida cotidiana requiere que contemos muchas historias. Historias muy diferentes que dan cuenta de una etapa en la que se disputa algo muy importante: el futuro del conocimiento en el siglo XXI.
La Naturaleza como infractora de patentes:
Comencemos por la la historia de Percy Schmeiser , un campesino canadiense especializado en el cultivo de canola, una oleaginosa originaria de su país. Durante 40 años, Percy ha guardado parte de la cosecha de un año para sembrarla al año siguiente, tal como vienen haciéndolo incontables campesinos desde la prehistoria, tal como lo hacen hoy 1400 millones de ellos en todo el planeta. Un día, algunos ejecutivos de Monsanto (no sabemos sus nombres) detectaron que en el campo de Percy crecían plantas que tenían el gen "roundup-ready", del que Monsanto ostenta la patente y, por lo tanto, el monopolio mundial de producción. Percy no había comprado semillas a Monsanto: la naturaleza, ignorante como es del derecho de patentes, se había encargado de que las plantas de Percy se contaminara con los genes patentados de las que crecían en un campo cercano, propiedad de Monsanto.
No hay nada más aberrante para un monopolio que la competencia, de modo que la próxima acción de los ejecutivos de Monsanto debe haberles parecido perfectamente lógica: exigir a Percy que destruya su cosecha, y los indemnice por violación de patente. No sería inusual la historia hasta aquí: al fin y al cabo, el mundo está lleno de demandas judiciales absurdas. Lo increíble del caso es que Percy fue declarado culpable, y sólo pudo evitar una multa de 400.000 dólares luego de llevar el caso hasta la Corte Suprema, que lo eximió de ella, pero no alteró el veredicto.
El precio de la vida:
Otra historia interesante con actores anónimos es la de los funcionarios de salud de la India (un país en el que el 86% de la población vive con menos de 2 dólares al día) que decidieron autorizar la producción de Glivec para tratar a más de 20.000 indios enfermos de cáncer, a un costo aproximado de 150 euros por mes por paciente. Nuevamente esta historia se cruza con la de una empresa, esta vez de la suiza Novartis, que ostenta una patente sobre el medicamento y lo vende a unos 2.000 euros mensuales: sus ejecutivos decidieron enfrentar legalmente al gobierno de la India para impedir la comercialización del genérico.
Como es común en el teatro del absurdo, ésta es una historia de actos repetidos, ya que lo mismo pasó cuando los gobiernos de Tailandia y Brasil decidieron licenciar compulsivamente las patentes de la empresa Merck sobre el retroviral Efavirenz para enfrentar la emergencia nacional del VIH. Estas licencias compulsivas están previstas en los tratados de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en la Declaración de Doha sobre Propiedad Intelectual y Salud Pública, lo que no disuadió a Merck de denunciar la "expropiación de sus derechos de propiedad intelectual".
La biblioteca: redil de piratas:
Desde el Imperio Romano, el rol de las bibliotecas públicas ha sido el de coleccionar y catalogar libros para ponerlos a disposición del público en general. Sin embargo, las editoriales europeas han decidido extender el derecho de autor por su propia mano, agregando al familiar "prohibida su reproducción total o parcial" una nueva cláusula: "prohibido el préstamo público". La lógica esgrimida es que, si bien la biblioteca pagó por el libro, la editorial pierde una venta por cada vez que el libro es prestado, y las editoriales no están satisfechas con cobrar por cada libro: quieren cobrar por cada lector . Esta es una historia protagonizada también por contadores de historias, como Almudenas Grandes, José Saramago y muchos otros, quienes han salido a abrazar bibliotecas públicas para defender su rol social y su contribución a la difusión de la cultura.
Esta historia nos remite a la más reciente visita que la policía realizó al domicilio del Profesor de Filosofía de la Universidad de Lanús, Horacio Potel. "Usted sabrá en qué anda, profesor" le dijo el oficial, tras corroborar el domicilio del docente acusado penalmente por violación de derechos de autor por la Cámara Argentina del Libro. El objeto de la discordia es un trabajo que Potel viene realizando sin fines de lucro desde hace casi diez años: publicar en la red una colección de obras, traducciones, entrevistas y fotografías de Nietzsche, Heidegger y Derrida, colaborando así de manera importante a la difusión de estos filósofos en el mundo hispanoparlante. Muchos de los materiales que Potel reproduce y pone al alcance de cientos de miles de personas son prácticamente imposibles de conseguir en América latina, un mercado que la editora francesa que detenta los derechos no considera comercialmente atractivo.
El techo de cristal de la fama:
No podemos olvidarnos de la historia de músicos como León Gieco, quien vive decentemente de las regalías de sus grabaciones fonográficas y sólo le pide a Dios que la gente no copie sus canciones sin pagarlas. León es uno de los músicos famosos que dicen, junto con CAPIF, que con cada canción que se copia desaparece un músico e impulsa medidas tales como el "Canon Digital" en la Argentina. Del otro lado del Atlántico, Ignacio Escolar es miembro de una banda cuyo primer álbum vendió más de 10.000 copias. Aunque esta cifra lo coloca en el 0,7% de los músicos más exitosos de su país, Ignacio estima su ganancia en concepto de derechos de autor, luego de tres años, en 2.800 dólares. Su caso plantea preguntas importantes: ¿a cuántas personas más hubiera llegado con su música si, en vez de venderla por dinero que se llevó la discográfica, la hubiera regalado? ¿hubieran estado más llenos sus conciertos en vivo, que son los que le dan de comer? ¿qué pasa con la música de más del 99% de los músicos de su país, que no llegan a ganar ni siquiera lo que él a través de derechos de autor? Un poco más al norte, la banda inglesa Radiohead decidió publicar su álbum "In Rainbows" en Internet, a cambio de una donación voluntaria. Si bien se rumorea que la donación promedio fue mucho menos que el precio de un CD, y que muchos no pagaron nada, todo indica que el grupo ganó con este álbum mucho más dinero que con cualquiera de los anteriores.
Por cierto, está bastante bien documentado por investigadores independientes que el intercambio de archivos no sólo no perjudica la cultura, sino que crea riqueza , tal como lo expuso un informe encargado por el gobierno de Holanda y publicado en enero de este año.
Marche preso por querer usar lo que es suyo:
Muchos ciudadanos de EEUU suman años de cárcel a una potencial condena cada vez que compran un DVD en Hong Kong o en Europa. Los DVDs son originales, y tanto las computadoras como los reproductores de DVD cuestan dólares bien concretos. El problema es que los DVDs son "región 3", o "región 2", mientras que tanto las computadoras como los reproductores que se venden en EEUU son "región 1". En otras palabras, son deliberadamente incompatibles. Por cierto, el cifrado regional de los DVDs ya fue quebrado hace años, de modo que hay programas que resuelven esta incompatibilidad, y mucha gente los usa, pero eso no quita que la ley de los Estados Unidos impone, a través de la Digital Millenium Copyright Act (DMCA), una sanción penal a la distribución y uso de tales programas.
A esta altura, usted estará pensando que la existencia de leyes de este tipo es ridícula y que de existir, seguramente no se aplican. El problema de leyes injustas que penalizan a toda la población sin distinción, es justamente ese: cuando se quieren aplicar, se aplican a discreción. Tal es el caso del Profesor Ed Felten, de la Universidad de Princeton, quien recibió una intimación por violación de la ley de Copyright cuando intentaba realizar una auditoría independiente sobre las urnas electrónicas usadas en las primarias de ese estado en febrero de 2008.
Patentando el sol y las estrellas:
Marilynne Eichinger, presidente del Museo de Ciencia e Industria de Oregon, pensó que sería útil ofrecer los juguetes didácticos del museo a través de Internet. La idea había sido bien recibida por el público cuando llegó una carta de SBC Intellectual Property, exigiéndole pago de regalías por el uso de dos de sus patentes. Estas patentes cubrían cierta manera de estructurar sitios web, que consiste en poner una serie de botones en la parte superior de la página, cada uno de los cuales lleva a una parte distinta del sitio (si la descripción suena complicada, el lector puede observar la parte superior de esta misma página web para entender de lo que hablamos). Por increíble que parezca, esta patente le otorga a SBC el monopolio sobre la operación de sitios estructurados de esa manera en EEUU. Marilynne pudo evitar este chantaje cambiando ligeramente el diseño del sitio, pero en un país en el que está patentado "vender por Internet", es sólo cuestión de tiempo hasta que aparezca el próximo.
¿De qué sirve el progreso si no podemos usarlo?
Estas historias son apenas vistazos parciales de una reyerta planetaria en la que muchos de los mismos músicos que no quieren que se copie su música por Internet no pueden resistir la tentación de bajar la de otros, las editoriales y discográficas utilizan el derecho de autor en contra de los mismos autores y demandan judicialmente a sus propios clientes, los campesinos son obligados a destruir sus cosechas por criar plantas sin permiso, los Estados intentan frenar el abuso de un poder monopólico que ellos mismos garantizan, las oficinas de patentes descubren que otorgar patentes a cualquier cosa es una manera sencilla de ganar dinero, los juzgados están atiborrados de juicios por violación de patentes en áreas de la tecnología que no alcanzan a comprender, y hay personas que disputan (¡y pierden!) los derechos sobre células extraídas de su propio cuerpo ante corporaciones que las patentaron.
Todo esto en virtud del pensamiento mercantilista, que afirma que sin el monopolio como incentivo nadie crearía nada, mientras que artistas e inventores sacuden la cabeza pensando "eso es algo que sólo puede pensar alguien que nunca creó nada".
La "propiedad intelectual" es un collage de regímenes legales muy disímiles, de modo que es difícil decir algo de ella que sea cierto para todos ellos. Sin embargo, hay una sentencia que cumple con el requisito: los regímenes de "propiedad intelectual" se han salido de madre, al punto que en ocasiones conspiran contra el florecimiento de la creatividad y el bien común que supuestamente deben fomentar. Hoy, en su día, invitamos a la sociedad a pensar si estos monopolios sobre el conocimiento que nos hemos dado cumplen realmente con su fin social, o si llegó la hora de barajar y dar de nuevo.
* Los autores son presidente
y secretaria respectivamente de la
Fundación Vía Libre, una organización civil acreditada como
Observadora ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
* Especial para lanacion.com
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) es un organismo de Naciones Unidas, fundado con el deseo de "promover en todo el mundo la protección de la propiedad intelectual a fin de estimular la actividad creadora". Ejerce esta función administrando una veintena de tratados internacionales que comprometen a los países miembros a otorgar, por ley, monopolios limitados sobre bienes intangibles como las marcas, las invenciones, las obras artísticas y otros. El 26 de abril de cada año, OMPI invita a sus miembros a celebrar el Día de la Propiedad Intelectual, alentando a reflexionar sobre los beneficios de respetar estos monopolios sin los cuales, nos advierten, no serían posibles la obras artísticas ni el progreso tecnológico.
Varias organizaciones en todo el mundo acompañan a OMPI en este mensaje. Cada vez que nos tiene acorralados en un cine, la industria cinematográfica de los Estados Unidos pretende convencernos de que bajar películas de Internet es de alguna manera parecido a robar una cartera. Por su parte, las discográficas acuden a métodos más contundentes, organizando redadas virtuales para identificar y demandar a personas que comparten música por Internet. En Europa, el lobby de las gestoras colectivas de derecho de autor logró que se prohíba el préstamo gratuito de libros en bibliotecas. En la Argentina, las vernáculas SADAIC, CAPIF y ARGENTORES buscan maneras de emular a sus hermanas del primer mundo.
¿Por qué un Día de la Propiedad Intelectual?
OMPI demoró más de treinta años en sentir la necesidad de un Día de la Propiedad Intelectual. Durante todo ese tiempo, el público en general pudo ser felizmente ignorante de sus tratados: era muy raro que un individuo se tropezara con alguno de sus monopolios, porque éstos actuaban esencialmente como mecanismos de regulación industrial. Los juicios por violación de copyright tenían lugar entre editoriales o discográficas, que eran las que podían acceder a la costosa infraestructura necesaria para copiar y distribuir obras, y los procesos por violación de patentes se daban sólo entre complejos industriales.
Para el 2000, sin embargo, un número creciente de personas ignoraba deliberadamente el monopolio de copia o copyright. Personas honestas que, como bien diagnostica Hollywood, jamás robarían una cartera, compartían música y películas sin el menor remordimiento. La razón de este cambio es evidente: pasamos de un contexto en el que la producción y distribución de obras sólo era posible dentro de un marco industrial, a uno en el que la humanidad está empeñada en construir la máquina de copiar más portentosa de la historia, una copiadora universal de escala planetaria que ya está al alcance de millones de personas: Internet.
En realidad, el fenómeno de la distribución de copias a través de Internet apenas es el síntoma más visible de que el edificio construido por OMPI está colapsando bajo su propio peso. No sólo se trata de gente haciendo cosas que antes no hacía: OMPI está empeñada en ampliar la cantidad y los alcances de los monopolios, de modo que muchas cosas que siempre hicimos se volvieron ilegales de la noche a la mañana. En algunos países, disciplinas tradicionalmente libres de patentes, tales como la genética, los modelos de negocios, los algoritmos de computadoras y la agricultura están hoy loteadas en parcelas monopólicas defendidas agresivamente por sus "propietarios". Actividades como sembrar ciertas semillas, usar ciertos algoritmos, prestar libros o compartir una canción, aparecen hoy bajo el rótulo de "delitos".
Aceptar la invitación de OMPI a reflexionar sobre el impacto de la "propiedad intelectual" en nuestra vida cotidiana requiere que contemos muchas historias. Historias muy diferentes que dan cuenta de una etapa en la que se disputa algo muy importante: el futuro del conocimiento en el siglo XXI.
La Naturaleza como infractora de patentes:
Comencemos por la la historia de Percy Schmeiser , un campesino canadiense especializado en el cultivo de canola, una oleaginosa originaria de su país. Durante 40 años, Percy ha guardado parte de la cosecha de un año para sembrarla al año siguiente, tal como vienen haciéndolo incontables campesinos desde la prehistoria, tal como lo hacen hoy 1400 millones de ellos en todo el planeta. Un día, algunos ejecutivos de Monsanto (no sabemos sus nombres) detectaron que en el campo de Percy crecían plantas que tenían el gen "roundup-ready", del que Monsanto ostenta la patente y, por lo tanto, el monopolio mundial de producción. Percy no había comprado semillas a Monsanto: la naturaleza, ignorante como es del derecho de patentes, se había encargado de que las plantas de Percy se contaminara con los genes patentados de las que crecían en un campo cercano, propiedad de Monsanto.
No hay nada más aberrante para un monopolio que la competencia, de modo que la próxima acción de los ejecutivos de Monsanto debe haberles parecido perfectamente lógica: exigir a Percy que destruya su cosecha, y los indemnice por violación de patente. No sería inusual la historia hasta aquí: al fin y al cabo, el mundo está lleno de demandas judiciales absurdas. Lo increíble del caso es que Percy fue declarado culpable, y sólo pudo evitar una multa de 400.000 dólares luego de llevar el caso hasta la Corte Suprema, que lo eximió de ella, pero no alteró el veredicto.
El precio de la vida:
Otra historia interesante con actores anónimos es la de los funcionarios de salud de la India (un país en el que el 86% de la población vive con menos de 2 dólares al día) que decidieron autorizar la producción de Glivec para tratar a más de 20.000 indios enfermos de cáncer, a un costo aproximado de 150 euros por mes por paciente. Nuevamente esta historia se cruza con la de una empresa, esta vez de la suiza Novartis, que ostenta una patente sobre el medicamento y lo vende a unos 2.000 euros mensuales: sus ejecutivos decidieron enfrentar legalmente al gobierno de la India para impedir la comercialización del genérico.
Como es común en el teatro del absurdo, ésta es una historia de actos repetidos, ya que lo mismo pasó cuando los gobiernos de Tailandia y Brasil decidieron licenciar compulsivamente las patentes de la empresa Merck sobre el retroviral Efavirenz para enfrentar la emergencia nacional del VIH. Estas licencias compulsivas están previstas en los tratados de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en la Declaración de Doha sobre Propiedad Intelectual y Salud Pública, lo que no disuadió a Merck de denunciar la "expropiación de sus derechos de propiedad intelectual".
La biblioteca: redil de piratas:
Desde el Imperio Romano, el rol de las bibliotecas públicas ha sido el de coleccionar y catalogar libros para ponerlos a disposición del público en general. Sin embargo, las editoriales europeas han decidido extender el derecho de autor por su propia mano, agregando al familiar "prohibida su reproducción total o parcial" una nueva cláusula: "prohibido el préstamo público". La lógica esgrimida es que, si bien la biblioteca pagó por el libro, la editorial pierde una venta por cada vez que el libro es prestado, y las editoriales no están satisfechas con cobrar por cada libro: quieren cobrar por cada lector . Esta es una historia protagonizada también por contadores de historias, como Almudenas Grandes, José Saramago y muchos otros, quienes han salido a abrazar bibliotecas públicas para defender su rol social y su contribución a la difusión de la cultura.
Esta historia nos remite a la más reciente visita que la policía realizó al domicilio del Profesor de Filosofía de la Universidad de Lanús, Horacio Potel. "Usted sabrá en qué anda, profesor" le dijo el oficial, tras corroborar el domicilio del docente acusado penalmente por violación de derechos de autor por la Cámara Argentina del Libro. El objeto de la discordia es un trabajo que Potel viene realizando sin fines de lucro desde hace casi diez años: publicar en la red una colección de obras, traducciones, entrevistas y fotografías de Nietzsche, Heidegger y Derrida, colaborando así de manera importante a la difusión de estos filósofos en el mundo hispanoparlante. Muchos de los materiales que Potel reproduce y pone al alcance de cientos de miles de personas son prácticamente imposibles de conseguir en América latina, un mercado que la editora francesa que detenta los derechos no considera comercialmente atractivo.
El techo de cristal de la fama:
No podemos olvidarnos de la historia de músicos como León Gieco, quien vive decentemente de las regalías de sus grabaciones fonográficas y sólo le pide a Dios que la gente no copie sus canciones sin pagarlas. León es uno de los músicos famosos que dicen, junto con CAPIF, que con cada canción que se copia desaparece un músico e impulsa medidas tales como el "Canon Digital" en la Argentina. Del otro lado del Atlántico, Ignacio Escolar es miembro de una banda cuyo primer álbum vendió más de 10.000 copias. Aunque esta cifra lo coloca en el 0,7% de los músicos más exitosos de su país, Ignacio estima su ganancia en concepto de derechos de autor, luego de tres años, en 2.800 dólares. Su caso plantea preguntas importantes: ¿a cuántas personas más hubiera llegado con su música si, en vez de venderla por dinero que se llevó la discográfica, la hubiera regalado? ¿hubieran estado más llenos sus conciertos en vivo, que son los que le dan de comer? ¿qué pasa con la música de más del 99% de los músicos de su país, que no llegan a ganar ni siquiera lo que él a través de derechos de autor? Un poco más al norte, la banda inglesa Radiohead decidió publicar su álbum "In Rainbows" en Internet, a cambio de una donación voluntaria. Si bien se rumorea que la donación promedio fue mucho menos que el precio de un CD, y que muchos no pagaron nada, todo indica que el grupo ganó con este álbum mucho más dinero que con cualquiera de los anteriores.
Por cierto, está bastante bien documentado por investigadores independientes que el intercambio de archivos no sólo no perjudica la cultura, sino que crea riqueza , tal como lo expuso un informe encargado por el gobierno de Holanda y publicado en enero de este año.
Marche preso por querer usar lo que es suyo:
Muchos ciudadanos de EEUU suman años de cárcel a una potencial condena cada vez que compran un DVD en Hong Kong o en Europa. Los DVDs son originales, y tanto las computadoras como los reproductores de DVD cuestan dólares bien concretos. El problema es que los DVDs son "región 3", o "región 2", mientras que tanto las computadoras como los reproductores que se venden en EEUU son "región 1". En otras palabras, son deliberadamente incompatibles. Por cierto, el cifrado regional de los DVDs ya fue quebrado hace años, de modo que hay programas que resuelven esta incompatibilidad, y mucha gente los usa, pero eso no quita que la ley de los Estados Unidos impone, a través de la Digital Millenium Copyright Act (DMCA), una sanción penal a la distribución y uso de tales programas.
A esta altura, usted estará pensando que la existencia de leyes de este tipo es ridícula y que de existir, seguramente no se aplican. El problema de leyes injustas que penalizan a toda la población sin distinción, es justamente ese: cuando se quieren aplicar, se aplican a discreción. Tal es el caso del Profesor Ed Felten, de la Universidad de Princeton, quien recibió una intimación por violación de la ley de Copyright cuando intentaba realizar una auditoría independiente sobre las urnas electrónicas usadas en las primarias de ese estado en febrero de 2008.
Patentando el sol y las estrellas:
Marilynne Eichinger, presidente del Museo de Ciencia e Industria de Oregon, pensó que sería útil ofrecer los juguetes didácticos del museo a través de Internet. La idea había sido bien recibida por el público cuando llegó una carta de SBC Intellectual Property, exigiéndole pago de regalías por el uso de dos de sus patentes. Estas patentes cubrían cierta manera de estructurar sitios web, que consiste en poner una serie de botones en la parte superior de la página, cada uno de los cuales lleva a una parte distinta del sitio (si la descripción suena complicada, el lector puede observar la parte superior de esta misma página web para entender de lo que hablamos). Por increíble que parezca, esta patente le otorga a SBC el monopolio sobre la operación de sitios estructurados de esa manera en EEUU. Marilynne pudo evitar este chantaje cambiando ligeramente el diseño del sitio, pero en un país en el que está patentado "vender por Internet", es sólo cuestión de tiempo hasta que aparezca el próximo.
¿De qué sirve el progreso si no podemos usarlo?
Estas historias son apenas vistazos parciales de una reyerta planetaria en la que muchos de los mismos músicos que no quieren que se copie su música por Internet no pueden resistir la tentación de bajar la de otros, las editoriales y discográficas utilizan el derecho de autor en contra de los mismos autores y demandan judicialmente a sus propios clientes, los campesinos son obligados a destruir sus cosechas por criar plantas sin permiso, los Estados intentan frenar el abuso de un poder monopólico que ellos mismos garantizan, las oficinas de patentes descubren que otorgar patentes a cualquier cosa es una manera sencilla de ganar dinero, los juzgados están atiborrados de juicios por violación de patentes en áreas de la tecnología que no alcanzan a comprender, y hay personas que disputan (¡y pierden!) los derechos sobre células extraídas de su propio cuerpo ante corporaciones que las patentaron.
Todo esto en virtud del pensamiento mercantilista, que afirma que sin el monopolio como incentivo nadie crearía nada, mientras que artistas e inventores sacuden la cabeza pensando "eso es algo que sólo puede pensar alguien que nunca creó nada".
La "propiedad intelectual" es un collage de regímenes legales muy disímiles, de modo que es difícil decir algo de ella que sea cierto para todos ellos. Sin embargo, hay una sentencia que cumple con el requisito: los regímenes de "propiedad intelectual" se han salido de madre, al punto que en ocasiones conspiran contra el florecimiento de la creatividad y el bien común que supuestamente deben fomentar. Hoy, en su día, invitamos a la sociedad a pensar si estos monopolios sobre el conocimiento que nos hemos dado cumplen realmente con su fin social, o si llegó la hora de barajar y dar de nuevo.
* Los autores son presidente
y secretaria respectivamente de la
Fundación Vía Libre, una organización civil acreditada como
Observadora ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
miércoles, 22 de abril de 2009
Biblioteca Digital Mundial
Por Angela Charlton / Prensa Asociada
Varias bibliotecas estadounidenses y la Unesco pusieron en línea algunos de los documentos escritos más antiguos de la humanidad.
Varias bibliotecas estadounidenses y la Unesco pusieron en línea algunos de los documentos escritos más antiguos de la humanidad.
El público disfruta de una exhibición que demuestra cómo funciona el portal.
París - Varias bibliotecas estadounidenses y la Unesco pusieron en línea algunos de los documentos escritos más antiguos de la humanidad, desde la primera novela latinoamericana y oráculos chinos hasta el primer mapa europeo del Nuevo Mundo.
El bibliotecario del Congreso de Estados Unidos, James Billington, dijo que la idea que impulsa la Biblioteca Digital Mundial no es competir con Google o Wikipedia, sino concitar el interés de los lectores jóvenes y moverlos a leer libros.
Un cibersitio en siete idiomas -inglés, español, portugués, francés, ruso, árabe y chino- conduce a los lectores a través de hallazgos singulares de más de una decena de países.
Entre ellos se encuentra un mapa del Nuevo Mundo de 1562, el único ejemplar conocido del primer libro publicado en las Filipinas en español y tagalo, un manuscrito serbio del siglo XI y oráculos adivinatorios chinos, trozos de huesos o un caparazón de tortuga con inscripciones que están entre las primeras muestras conocidas de la escritura china.
También tiene fotografías, películas y grabaciones antiguas.
Por ahora, las investigaciones en el cibersitio producen unos pocos centenares de rubros en cada categoría, pero Billington anticipa que el proyecto se expandirá a medida que otras bibliotecas nacionales se sumen a las 32 bibliotecas e instituciones de investigación ya involucradas.
Insiste en que la idea es calidad y no cantidad. “No es sólo una biblioteca en línea”, aseguró. “Estas piezas son únicas, o sólo disponibles en unos pocos sitios. No se consiguen en otros lados”.
La página web permite ver las obras originales página por página, escaneadas por las bibliotecas nacionales que participaron en el proyecto, a menudo con una narración multilingüe por parte de los curadores.
Vincula entre sí las piezas de un mismo tema en diferentes países, en una especie de retrospectiva en línea. “Une la tradición cultural dispersa por el mundo”, afirmó Billington.
El cibersitio está dirigido a investigadores, profesores y alumnos en todo el mundo.
Aunque sus ofrecimientos son escasos por ahora, Billington lo considera un punto de partida, “una puerta de entrada al aprendizaje para quienes viven en un mundo audiovisual”.
Otros portales de investigación:
http://www.wdl.org/en
http://www.si.edu/
http://www.bl.uk/onlinegallery/ttp/ttpbooks.html
http://www.metmuseum.org/toah/
http://digitalgallery.nypl.org/nypldigital/index.cfm
http://beinecke.library.yale.edu/digitallibrary/
http://www.lacasadellibro.org/
París - Varias bibliotecas estadounidenses y la Unesco pusieron en línea algunos de los documentos escritos más antiguos de la humanidad, desde la primera novela latinoamericana y oráculos chinos hasta el primer mapa europeo del Nuevo Mundo.
El bibliotecario del Congreso de Estados Unidos, James Billington, dijo que la idea que impulsa la Biblioteca Digital Mundial no es competir con Google o Wikipedia, sino concitar el interés de los lectores jóvenes y moverlos a leer libros.
Un cibersitio en siete idiomas -inglés, español, portugués, francés, ruso, árabe y chino- conduce a los lectores a través de hallazgos singulares de más de una decena de países.
Entre ellos se encuentra un mapa del Nuevo Mundo de 1562, el único ejemplar conocido del primer libro publicado en las Filipinas en español y tagalo, un manuscrito serbio del siglo XI y oráculos adivinatorios chinos, trozos de huesos o un caparazón de tortuga con inscripciones que están entre las primeras muestras conocidas de la escritura china.
También tiene fotografías, películas y grabaciones antiguas.
Por ahora, las investigaciones en el cibersitio producen unos pocos centenares de rubros en cada categoría, pero Billington anticipa que el proyecto se expandirá a medida que otras bibliotecas nacionales se sumen a las 32 bibliotecas e instituciones de investigación ya involucradas.
Insiste en que la idea es calidad y no cantidad. “No es sólo una biblioteca en línea”, aseguró. “Estas piezas son únicas, o sólo disponibles en unos pocos sitios. No se consiguen en otros lados”.
La página web permite ver las obras originales página por página, escaneadas por las bibliotecas nacionales que participaron en el proyecto, a menudo con una narración multilingüe por parte de los curadores.
Vincula entre sí las piezas de un mismo tema en diferentes países, en una especie de retrospectiva en línea. “Une la tradición cultural dispersa por el mundo”, afirmó Billington.
El cibersitio está dirigido a investigadores, profesores y alumnos en todo el mundo.
Aunque sus ofrecimientos son escasos por ahora, Billington lo considera un punto de partida, “una puerta de entrada al aprendizaje para quienes viven en un mundo audiovisual”.
Otros portales de investigación:
http://www.wdl.org/en
http://www.si.edu/
http://www.bl.uk/onlinegallery/ttp/ttpbooks.html
http://www.metmuseum.org/toah/
http://digitalgallery.nypl.org/nypldigital/index.cfm
http://beinecke.library.yale.edu/digitallibrary/
http://www.lacasadellibro.org/
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